martes, 26 de junio de 2012

Recuerdos encerrados en una simple caja de madera.


   Cinco de Abril. Carla se inclina de nuevo sobre una caja que contiene todo en lo que ella creía. 

Tan solo una palabra.

AMOR.

Algo que últimamente todo el mundo se tomaba a la ligera. Una lágrima cae en una foto. Carlo no parecía ella, tenía esa sonrisa de adolescente enamorada colmada por dos brillos en los ojos que ya no estaba. ¿Qué pasó? Que ahí estaba enamorada. 
Respira hondo con brusquedad mientras pasa las fotografías con fingida indiferencia, mientras las preguntas la embotaban.
¿A todo esto llegaban los besos, las promesas? ¿Miradas cómplices, gestos? ¿Dónde estaba ese gran amor prometido?

Ella lo sabía.

Se fue a la mierda, como todo.

Pasa de foto. Otro latigazo de dolor. Otra lágrima.
Demasiadas ya.
Alza la cabeza para mirar el reloj y vuelve a suspirar. Las doce, seis de Abril, el fatal día ha pasado. Aunque los recuerdos siguen ahí, en esa caja con aspecto de inocente que la hace sufrir día tras día, año tras año. 
Se siente estúpida por no haber sabido como retenerle. Pero no lo es, el estúpido siempre será él por todo lo que le hizo pasar.
Lo que pasa que ella eso no lo ve. Solo mira sus defectos.

Esperemos que algún día vea lo maravillosa que es y que las lágrimas por ese chico bien poco son merecidas



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