domingo, 10 de junio de 2012

Maldita ebriedad.


Noto como la cabeza me explota y el ritmo del corazón aumenta con cada trago que doy. No paro porque me siento viva, feliz, con ganas de fiesta y más bebidas. Sentir como el alcoho no se acaba nunca, que corre por tus venas de una forma insana, mola la sensanción de que parece que estás viva para siempre, sin nada para sobrevivir, solo el alcoho. No hay nada más.

    Es un continuo círculo vicioso, del cual para salir tienes que sacar fuerzas hasta de las piedras. Pero no quiero, de momento, ayuda, porque solo estoy poniendo ejemplos de como te sientes cada vez que ese amigo llamado alcohol te ayuda a olvidar todas tus penas.
Ayer lo necesitaba tanto que me hubiera bebido todo lo que mi cuerpo hubiera podido aguantar. Porque las maltidas rayas me sacan de mi quicio, casi no puedo respirar sin que ya me estén diciendo que vaya con cuidado ante todo lo que me pueda pasar.

   Lo harán por mi bien, pero ahora mismo no estoy para esas cosas, me exigen demasiado y noto como esto en cualquiero momento va a explotar, poco a poco va soltando avisos, pero no los hacen caso. En fin, sé que no debería haberlo hecho, como consecuencia tengo esta enorme resaca, pero me ayudó a olvidar que es lo que quería. Por lo menos me escuchó, que es lo que necesitaba, por lo menos... Siempre suele estar ahí, siempre y cuando tenga dinero antes. Es un poco rollo tenerle que comprar, pero sé que se vende bien, y si lo hace, será por algo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario