lunes, 23 de abril de 2012

Gota a gota.

    Como el tic tac odioso de un reloj. Eso era lo que Sophia oía en esa misteriosa, pero a la vez calurosa tarde de verano. Serían sobre las ocho y media de la noche, ella solo sabía que faltaba poco para la hora de cenar. Estaba sola, sus padres se habían ido de viaje de negocios así que estaría sola todo el fin de semana, algo a lo que estaba más que acostumbrada.
    Se incorporó de la cama, apagó el ordenador y salió de su habitación. Oía constantemente el toc toc del agua al caer, eso la ponía de los nervios, aunque no se explicaba muy bien por qué.
Fue a la cocina, pensando en que el sonido sería de allí, pero no era así. También fue al baño, y recorrió mil veces la estancia, fijándose en los grifos, todos intactos y muy bien cerrados.

    Arrastrando los pies fue a la cocina y se hizo una cena rápida y sencilla. Enseguida lo notó, enfrente suya, en la ventana, había una sombra, era un hombre para ser más exactos y la mirada de una forma que a Sophia le puso los pelos de punta. Sofocó un grito y salió corriendo de la cocina.
   
    Habían pasado ya algunas horas desde el incidente cuan volvió a oir ruidos en la estancia de abajo. Dejó el libro a un lado y salió al pasillo. Con todo el cuidado del mundo bajó al salón. No había nada.
Cuando estaba dispuesta a darse la vuelta lo notó. Alguien la cogía por la parte de atrás de su camisa y la atraía hacia sí.
Alzó la cabeza y encontró los mismos ojos verdes que la habían estado observando antes, tragó saliva mientras el misterioso hombre sacaba algo de su mochila. Un cuchillo.
Sophie volvió a gritar, nadie lo oyó.

viernes, 20 de abril de 2012

Caerse está permitido, levantarse es obligatorio.

   Tropecé miles de veces con la misma piedra, a veces pensé en que no volvería a levantarme, que ésa era mi última oportunidad. Pero no me rendí, seguí adelante, todas las veces que tropezaba y me tambaleaba buscando el equilibrio, la perfección en sí para no caer.

   No quiero caer, no es agradable. Sin embargo muchas veces es una idea atractiva la de dejarse llevar, cerrar los ojos y que el caos se apodere de tu vida. Salvo que yo, perfeccionista hasta el límite, no soy así para mí eso de dejarse llevas hasta que alguien lo solucione es de cobardes.

  Quizá sea que tengo una personalidad muy rara, doy valor a cosas que la gente no da, como por ejemplo el coraje. Sé que todos somos diferentes, pero eso es lo bonito de ser humano, somos diferente pero a la vez iguales, pero no dejo de pensar en lo rara que soy y que por eso podría ser que yo lo pase tan mal en algunos momentos.


lunes, 16 de abril de 2012

Music.

  Unos acordes, unos simples acordes forman la canción más bonita sobre la tierra. Su melodía es sencilla, no tiene mucha complicación, pero para mí son las mejores del mundo.
Me recuerdan una y otra vez lo vivido, lo perdido y lo que está por llegar. Que no hay que perder la esperanza, que esta siempre está dispuesta esperar el momento apropiado para aparecer.

Lo más bonito es quizá que esa melodía está está solo en mi mente, repitiéndose de forma inconexa cuando más desesperada estoy. Buscando cualquier escusa para aflorar por mis cinco sentidos.
También aparece cuando estás cerca, pero eso lo hago yo aposta.

Me encanta sentarme en mi cama, con la guitarra al lado, tarareándola, porque me hace sentir cosas que creí peridas.
Besos, caricias, abrazos, regalos... Es una de las pocas veces en las que puedo recordarte sin dolor, sin temor a que esa herida me haga derrumbarme.
Sí, puede que esté loca, pero no sé la canción en sí me encanta, casi tanto como tú.

Puede que mis amigas me digan que por qué me gustas, me gustas por mil formas distintas, igual que la melodía es distinta de mil formas. Esas formas las vamos moldeando, juntos o por separado, me da igual.



No son unas simples notas, forman parte de mi vida y de la tuya, ahora que van de la mano.

jueves, 12 de abril de 2012

Canciones inacabadas.

    Estaba tumbada en la cama escuchando música cuando de repente empezó a sonar una canción, mi canción, tu canción, nuestra canción.
Por un momento sonreí al escucharla, luego, despacio, dándome cuenta de lo que estaba haciendo deshice la sonrisa. Gruñí y tiré el mp3 al suelo, este calló sobre la libreta, no le di más importancia, estaba furiosa. El por qué de mi furia tiene nombre: Tú.
    Sí, eres el motivo de que odie esa canción, cuando en un tiempo era mi preferida. De que odie ciertos lugares en los que pasamos tanto tiempo hablando, escuchando música y besándonos. Los dos juntos, en un munto particular y perfecto.
Recordarlo trajo de nuevo otro latigazo de ira. Miré la libreta, con la fecha impresa de el día de hoy.
Era 3 de Marzo.
Sentí las lágrimas aflorar, así que me mordí los nudillos, para llorar por algo físico, no por los odiosos sentimientos.
Eso es algo que también odio de ti, me enseñaste a sentir demasiado. 
    
Sonaba una dulce melodía, era agradable, rítmica, pero a la vez también dulce y sentimental, trataba de amor. Sonreí porque yo era igual de afortunada que la prota de la canción.
 -¿Te gusta? -murmuró una voz a mi lado.
Sonreí más ampliamente todavía. Por esa voz yo habría hecho todo lo posible.
-Sí, me gusta, tiene gran sentimiento -dije después de abrir los ojos y verle mirándome fijamente. Me sentí... no sé como me sentí.
-Bueno, es muy bonita -dijo él mientras empezaba a juguetear con mi pelo-. Tengo una idea. ¿Y si la convertimos en nuestra canción? 
Hacía dos meses, esa frase me habría echo saltar a carcajada limpia, pero ahora que conocía a el amor más de lo que pensé que lo podría llegar a conocer me sentí extrañamente feliz. 
Así que me limité a asentir y luego nos besamos tiernamente.

    Formé un puño con las manos, esa canción, como tantas otras cosas habían sido una mentira. Volverlo a decir, aunque fuera en mi fuero interno me puso fatal. Me eché rápidamente en la cama y lloré. Lloré hasta quedarme sin lágrimas.
Pensando en promesas y canciones inacabadas.

miércoles, 11 de abril de 2012

Hablamos demasiado y sentimos poco.

    Muchas veces hablamos por hablar, sin pararnos a pensar en que lo que decirmos puede hacer daño a esa persona.
Porque aunque creas que son frases sin importancia, en realidad la tiene y mucho. No te paras ni por un segundo a pensar en que quizácon cada palabra hiriente que sale de tu boca estás rompiendo poco a poco el corazón de esa persona. No te paras a pensar porque eres un egoísta, solo piensas en ti. No importa nada más.

    ¿Y si fuera el caso contrario? ¿Y si esa persona en la que confías con toda tu alma no piensa y habla sin saber? Me parece que sé como te sentirás.
Decepcionado, herido, traicionado...
Pero nunca serás capaz de ponerte en el lugar de esa persona. No está en la naturaleza de los humanos.
Simplemente queremos, no paramos hasta conseguirlo y cuando lo consigues te aburres. ¿Y qué haces cuando lo tienes? Después de todo el esfuerzo, el trabajo y el valor que has derrochado para conseguirlo te aburres. ¡Te da igual que estés jugando con una persona! 
Te da igual todo, y lo tiras, como si de un jueguete roto se tratase.