miércoles, 11 de abril de 2012

Hablamos demasiado y sentimos poco.

    Muchas veces hablamos por hablar, sin pararnos a pensar en que lo que decirmos puede hacer daño a esa persona.
Porque aunque creas que son frases sin importancia, en realidad la tiene y mucho. No te paras ni por un segundo a pensar en que quizácon cada palabra hiriente que sale de tu boca estás rompiendo poco a poco el corazón de esa persona. No te paras a pensar porque eres un egoísta, solo piensas en ti. No importa nada más.

    ¿Y si fuera el caso contrario? ¿Y si esa persona en la que confías con toda tu alma no piensa y habla sin saber? Me parece que sé como te sentirás.
Decepcionado, herido, traicionado...
Pero nunca serás capaz de ponerte en el lugar de esa persona. No está en la naturaleza de los humanos.
Simplemente queremos, no paramos hasta conseguirlo y cuando lo consigues te aburres. ¿Y qué haces cuando lo tienes? Después de todo el esfuerzo, el trabajo y el valor que has derrochado para conseguirlo te aburres. ¡Te da igual que estés jugando con una persona! 
Te da igual todo, y lo tiras, como si de un jueguete roto se tratase.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario