martes, 19 de marzo de 2013

En busca de sueños perdidos que se quedan en eso, en perdidos.

    En el horizonte las estrellas brillan, burlonas. Me desafían a perseguir mis sueños. Yo lo intento, pero otra fuerza ilógica no me lo permite. Lucho incansablemente contra ella. ¿Por qué no me deja perseguir los sueños? ¿Por qué me quedo quieta, sin hacer nada? Me doy por vencida antes de empezar. Y mientras tanto me digo a mi misma que soy cobarde por no perseguir lo que más deseo.
    ¿Lo soy realmente? Nunca me lo había planteado, hasta hoy. Quizá sea la razón por la que me echo atrás con facilidad. Siempre tengo miedo a todo lo que me rodea. Si algo escapa a mi perfecto autocontrol, se desmoraliza. Cobarde. La palabra resuena en mis oídos. Cobarde. Suena cada vez más fuerte. Cobarde. Otra vez, una y otra vez. No paran. Duele, pero no hago nada por cambiarlo, al fin y al cabo... Soy una cobarde.


domingo, 17 de marzo de 2013

Finales alternativos.

   Hay miles de finales, pero estoy segura de que simplemente uno será el que nos marque para siempre. Ese final que nos hará sonreír cuando estemos mal o, por el contrario, hacernos estar mal cuando mejor estemos. Es todo tan subrealista... Aún así la gente tiene la razón; hay finales que marcan. Yo tengo que claro cual es el mío.

domingo, 3 de marzo de 2013

Dicen que lo que no te mata, te hace más fuerte. En mi caso simplemente me hace agonizar.

   He llegado a ese punto en el que todo es más fuerte que yo. Tocando a veces un límite que nunca pensé que podría llegar. Donde muchos PUEDO se convierten en NO PUEDO. Donde muchas veces mi confianza con el mundo es inexistente porque las barreras que estoy creando cada vez son más poderosas, más gruesas. Infranqueables. Me siento cada vez más alejada de todos, a mil millones de kilómetros y todo recto hasta el final.
   Dicen que cada error te hace más fuerte, que aprendes a sobrellevarlos mejor. Yo, sin embargo, me debilito con el tiempo. No aprendo; mejor dicho, no quiero aprender. Me quedo paralizada en el momento en el cual ocurre todo, me sumerjo millones de veces en él. Da igual si es doloroso e insportable, yo lo hago. ¿Por qué? No lo sé, no con seguiridad. Supongo que soy masoca o simplemente me gusta regodearme en mi dolor.
   No me gustar estar así. No tengo muchas metas en la vida. Me limito a intentar llegar al día siguiente. Dejo correr el tiempo lo máximo posible, las agujas van marcando lentamente el tiempo que queda para que se acabe el día. Cada "tic" o cada "tac" es un segundo superado. Pero quizá llegue el momento en el que esos segundos sean más agónicos de lo normal. No sé qué pasa entonces. No sé si en el fondo lo sé o no, no quiero saberlo.


Tengo muchas preguntas pero no tengo ni tiempo ni ganas para responderlas.