domingo, 8 de julio de 2012

Hojas de papel.

   Hola, soy yo de nuevo. Sola. En mi cuarto. Escribiendo, como casi siempre. La música sale del reproductor de mi ordenador. Las notas son suaves pero a la vez disonantes. Asiento, siguiendo el ritmo. Lanzo un suspiro y mira la ventana. Llueve. Lo normal en invierno, pero no por eso dejo de odiarlo. Lentamente me doy cuenta de que hay alguien mirándome fijamente desde la calle. Sé que es difícil distinguirlo con la lluvia, pero lo notaba en cada fibra de mi cuerpo. Fuerzo la vista y mi corazón se desboca. Él lo sabe antes que mi cerebro.
Está ahí. Bajo la lluvia. No lo pienso, simplemente actúo; abro la ventana. Sube rápido, veloz, mojado pero sonriente. Trae un paquete envuelto en papel de colores vivos.


    Se quita su cazadora de cuero, mi preferida y vamos a la cama abrazados.
La ventana, mientras tanto, sigue abierta. Al lado los papeles sobre los que me inclinaba antes. Mojados. Con la tinta borrada. Como los recuerdos que contenían

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