sábado, 18 de agosto de 2012

París.


    Lunes. Lunes frío. Lunes de amores perdidos. Lunes de resaca. Gente paseando por la fría calle del centro de París. Hay alguien que destaca sobre ellos. Ella intenta pasar desapercivida, pero no es posible. Su cara, refleja cansancio y tristeza. Algo increíble para alguien tan joven. La gente que la ve caminando se la queda mirando, extrañada. No es muy normal mostrar semejante expresión de desolación. ¿Qué sabrán ellos? ¿Cómo va a poder fingir normalidad, si no sabe controlar su vida? Ojalá, piensa ella con tristeza, pudiera darle la vuelta a todo. Dejarlo pasar, no darle importancia. Pero sabe mejor que toda esa gente que la mira caminar sola, que es imposible para ella. Cuando toma una decisión, por dura que sea, no hay nada que la haga cambiar de parecer.
     No, no era cobardía por lo desconocido. Por nuevas formas de vida. Por puntos de vista diferentes. Tampoco era inseguridad.
     Era desconfianza.
     No confía en nadie. Cree siempre en lo peor de las personas. Ojalá pudiera encontrar a alguien que merezca la pena y que le enseñe lo bonito de la amistad. Pero mientras tanto, caminará sola por esa calle de París. Como un Lunes cualquiera.

1 comentario:

  1. Es el miedo el que no la deja caminar acompañada, no ves que se paso toda su vida intentando hacer feliz a los demás. Ahora espera que un buen amigo la rescate y le enseñe otra vez lo que es la confianza.

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