sábado, 25 de agosto de 2012

Contra las rocas.


    Se encontraba en el acantilado. Eran las tres de la tarde. No había mucha gente. Mejor. Así no habría muchos espectadores. No se encuentra muy dispuesta a hacerlo, pero sabe -o eso quiere creer- que no hay otra salida para que todo esté como antes. Está cansada de huir como una cobarde. De llorar por las noches sobre su almohada como una niña pequeña e indefensa. Justamente se trata de eso, no es una niña pequeña que no sepa defenderse. Eso creyó siempre; hasta que llegó él y le demostró lo contrario. Que era fuerte. Que podía llegar a conseguir cualquier cosa. Pero solo era un juego mientras esperaba otras cosas mejores. Ahora ya no estaba, pero ella sí. En el mismo sitio donde se conocieron, hace ya tanto. ¿Tanto? Diría que han sido un par de meses, pero le parecen más. Eso es lo más extraño o bonito -según se mire- del amor. Y es que los momentos parecen eternos, o tras veces se alargan y parecen no acabar.

    Un paso hacia delante. Llegando al borde. Fuerza un suspiro. Nunca llegó a pensar en que moriría así, destrozada y humillada. Para una vez que se deja llevar por los sentimientos... La vida parece un gran sarcasmo para ella. Otro paso más. Ahora los dedos de sus pies se agitan a merced del aire, cierra los ojos.

    No le ve llegar. Él la sujeta rápidamente, susurrándola al oído lo mucho que la quiere y que no haga esas cosas. Forcejean. Gritan. Se odian. Pero no pueden negar que se querían, así que él hace lo imposible para que no se vaya y le deje solo. Pero es tarde, debió de haberlo pensado antes de que ella le viera con otra chica, abrazados, al igual que ahora. Diferentes personas, un solo amor. Ella salta y le deja, se aleja de sus brazos, de sus te quiero's olvidados. Así es como se olvidó de todo. Y él llora. Se arrepiente. Grita de dolor. Pero sabe que es su culpa. No debería haberlo hecho, piensa. Pero las cosas de las que se arrepiente ya están hechas y pagadas.

    Si lo hubiera pensado antes no tendría que ver ahora el cuerpo desmedejado y roto de la mujer a la que amó tragado por el mar.

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